Notas
PARAGUAY:El país de los "narcos buenos"
El país de los «narcos buenos» Al otro lado del silencio Por Andrés Colmán Gutiérrez
Que un capo del narcotráfico en Ciudad del Este haya mandado construir una imponente réplica del Santuario de la Virgen de Caacupé en el patio de su mansión no debería sorprender mucho: la mayoría de los jefes del crimen organizado acostumbran tener delirios místicos.
«El patrón del mal», el narco colombiano Pablo Escobar Gaviria, se sentía protegido por el Santo Niño Jesús de Atocha, del que decía que lo salvó de un atentado.
En su libro La Virgen de los Sicarios, el escritor colombiano Fernando Vallejos cuenta cómo los asesinos por encargo le rezan a la Madre de Jesús y mandan bendecir las balas, para que «les salga bien» el «trabajo» de matar a otras personas.
En el caso del narco esteño Tomás Rojas Cañete, alias Toma’i, constructor de la «Basílica-i», o réplica del Santuario de la Virgen de Caacupé en el barrio Carmelitas de Ciudad del Este, lo sugestivo es que miles de personas siguen concurriendo a la celebración popular y religiosa que se realiza cada 8 de diciembre en el lugar, a pesar de saber muy bien que el principal impulsor está preso en Tacumbú desde 2011, tras haber sido atrapado por la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) con un cargamento de cocaína.
En el reciente Tupãsy Ára, aun desde la cárcel, el capo narco ordenó que se faenen varias reses vacunas y que se ofrezca un rico asado a la estaca, con abundante bebida, a sus fieles seguidores católicos. Ante la publicación de la noticia, la más leída en ULTIMAHORA.COM en estos días, abundaron los comentarios de lectores defendiendo al jefe criminal: «¡Nadie tiene que juzgar a nadie, si es un narco bueno!», reclamó la lectora Lucero Cuevas. «En Ciudad del Este no lo vemos como mala persona… Él ayudaba a muchas personas necesitadas», afirmó otro lector, Óscar Báez.
En setiembre de 2006, en Última Hora habíamos publicado un reportaje de la serie Amambay confidencial: El narcotráfico al desnudo, en el cual denunciamos que el narco brasileño Erineu Domingo Sóligo, alias Pingo, fue quien financió la construcción de la comisaría policial y el puesto militar de Cerro 21, una pequeña localidad que está sobre el camino fronterizo de tierra que une a Capitán Bado y Pedro Juan Caballero.
Imagínense: ¡Un narco construyendo el local de los policías y militares que debían detenerlo…!
Ningún juez o fiscal abrió alguna investigación, y muchos lectores y lectoras opinaron que aquella «obra solidaria» les parecía muy bien.UH
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