Notas
El Pantanal, un tesoro amenazado en el corazón de América del Sur
La proliferación de plantas en las márgenes de las nacientes es indicador de la buena salud de este curso de agua, que se junta con otros arroyos para formar el Paraguay, uno de los mayores ríos.
AFP
CÁCERES – BRASIL
En su granja en el estado brasileño de Mato Grosso, Plínia Rodrigues cuida sus gallinas, hortalizas y también preserva un tesoro de la humanidad: una de las nacientes del río Paraguay, principal fuente de agua del Pantanal.
«No tocamos nada en las márgenes del río. Queremos preservar lo que tenemos, es malo acabar con la naturaleza», afirma esta agricultora de 63 años, guardiana de apenas uno de los cientos de manantiales que se encuentran en propiedades privadas en esta región de Brasil.
Desde su jardín puede oírse el murmullo del arroyo que pasa por un corredor de palmeras burití y otras especies de vegetación nativa. La proliferación de esas plantas en las márgenes de las nacientes es indicador de la buena salud de este curso de agua, que se junta con otros arroyos para formar el Paraguay, uno de los mayores ríos de América del Sur. Pero se trata de un ejemplo de preservación rodeado de amenazas. «A nuestro alrededor, todo el mundo trabaja con soja. Después de que eso comenzó, nuestros árboles ya no dan bien sus frutos. Cultivábamos papaya para vender. Ahora ya no da más. Las naranjas también nacen feas», lamenta Plínia.
Además de afectar a esta pequeña productora, la expansión de la agricultura intensiva puede poner en riesgo al Pantanal, el mayor humedal del planeta ubicado en Brasil, Bolivia y Paraguay.
LA DEFORESTACIÓN. Pese a ser el bioma brasileño mejor preservado, la erosión del suelo en la región de las nacientes de los ríos que bañan el Pantanal, así como los proyectos de hidrovías y de decenas de hidroeléctricas amenazan su subsistencia, alertan científicos y activistas. La región de las llamadas «cabeceras» del Pantanal ya ha sido deforestada en 55%, apunta un estudio de WWF. La deforestación para monocultivos como la soja erosiona los suelos e impide la absorción del agua de lluvias. Esta acaba escurriéndose hacia los ríos y arrastrando sedimentos que engrosan sus lechos, lo que disminuye la calidad del agua y, por consiguiente, afecta la vida de peces y plantas subacuáticas.
«Esta región está en riesgo y si no se hace nada para que esto cambie, a lo largo de los próximos años veremos al Pantanal entrando en colapso», afirma Julio César Sampaio, coordinador del programa Cerrado-Pantanal de WWF.
Según datos de esta oenegé, 391.000 hectáreas de la región de las llamadas cabeceras del río Paraguay todavía no cuentan con la protección legal necesaria. Un proyecto de ley que se tramita en el Congreso pretende mitigar los impactos de la actividad humana sobre el Pantanal, pero de poco servirá si no se incluyen en él las nacientes de los ríos, sostiene WWF. Planicie inundable de más de 170.500 km², el Pantanal alberga más de 4.000 especies vegetales y animales. UH
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